Equilibrio entre rutina y flexibilidad

Equilibrio entre rutina y flexibilidad

Una de las características que describen a una persona con autismo, según los manuales de diagnóstico es:

  • Patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, manifestados por al menos dos de las siguientes características, actualmente o en el historial:
  • Insistencia en la igualdad, adhesión inflexible a las rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (p. ej., angustia extrema ante pequeños cambios, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar la misma ruta o comer la misma comida todos los días). “
  • Insistencia en una rutina o falta de flexibilidad es parte de los criterios diagnósticos del Autismo

¿Qué es la insistencia en una rutina?

Es una inflexibilidad, una dificultad para tolerar cambios o eventos inesperados, y puede tomar diferentes niveles.

Esto es algo con lo que luchan muchos de nuestros niños, y puede tener un impacto negativo en su vida diaria. Los problemas relacionados con la rigidez pueden afectar el día escolar, las relaciones sociales, la vida en el hogar, las transiciones, la integración en la comunidad e incluso el éxito laboral/vocacional (para personas mayores).

Algunos ejemplos pueden incluir:

  • Dificultad para mantener la calma si algo se rompe, o se agota la batería.
  • Dificultad para mantener la calma si pasamos por delante de nuestra tienda favorita pero no entramos.
  • Insistencia en la misma rutina todos los días, de lunes a domingo.
  • Negativa a cambiar hábitos alimenticios.
  • Querer vestirse con la misma ropa todos los días.
  • Dificultad para dormir si está de viaje, fuera de casa o si a rutina a la hora de acostarse es diferente.
  • Dificultad para tolerar un cambio de profesor.

 

Como la rigidez es una característica central del autismo, intervención debe abordarse con cuidado. El objetivo no debe ser convertir a una persona inflexible en una persona flexible. El objetivo debe ser ayudar al niño a adaptarse a un mundo en constante cambio, y aumentar las habilidades de afrontamiento para aceptar lo que no pueden controlar.

Hasta cierto punto, la gran mayoría de nosotros somos criaturas de hábitos. Compramos cierta marca de maquillaje, nos cepillamos los dientes de cierta manera, nos estacionamos en el mismo lugar cuando vamos a trabajar, siempre nos sentamos en la segunda fila para nuestra clase universitarias, etc.

Pero, esto se convierte en un problema cuando la reacción a la interrupción de la rutina es una rabieta, agresión, autolesión, etc. Por ejemplo, tengo restaurantes específicos donde pido lo mismo cada vez que voy. Si un día fuera y ese plato no estuviera disponible, me sentiría decepcionado, e incluso podría irme e ir a comer a otro lado. Pero no me convertiría en un peligro para mí mismo ni para los demás, y no persistiría en esa molestia durante horas o días.

¿Cómo ayudamos a nuestros niños a aceptar con calma los cambios inevitables de la vida?

Hay muchas estrategias basadas en el análisis aplicado del comportamiento que nos pueden ayudar a enseñar flexibilidad y tolerancia al cambio. Aqui algunas:

  • ¿Qué comportamiento de reemplazo estamos enseñando? Esta es nuestra la prioridad. No podemos simplemente deshacernos de los patrones y rituales establecidos, primero tenemos que identificar el comportamiento o comportamientos que lo van a reemplazar. Esto podría incluir enseñarle al niño a solicitar lo que desea  (“Quería el polo azul”), a esperar (“Iremos a tu tienda favorita, pero primero tenemos que para en la casa de la abuela”), autocontrolar su enojo y la decepción (“Puedo ver que estás enojado. Respiremos profundamente, ¿de acuerdo?”), y/o resolución de problemas (“Oh, no, la batería de tu carrito se agotó. ¿Qué podemos hacer?”).
  • Introducir cambios de manera intencional y sistemática (poco a poco).  La solución no es evitar los cambios totalmente, cediendo siempre a los rituales a los rituales, o cambiar la ruta para no pasar por su tienda favorita. . Pareciera que es la forma más fácil de manejar el problema, pero en realidad solo empeorará las cosas. Es engañar al niño y a nosotros mismo si actuamos como que nada en su entorno necesita cambiar. Eso simplemente no es la vida real. Necesitamos ayudar al niño introduciendo cambios pequeños e intencionales (comenzar súper pequeños) y luego ayudarlos a tolerar ese cambio.
  • Anticipa y enséñale al niño a desarrollar un “plan de acción” cuando estos cambios ocurran. Esto será muy específico para cada niño. Lo importante es utilizar una intervención basada en las funciones del comportamiento para enseñarle al niño una estrategia para reducir la tensión. Por ejemplo: Cuando haya un maestro suplente en la escuela, déjale saber al niño que esto ocurrirá. Hable acerca de cómo se sienten acerca de este cambio. Empatiza con su angustia y no la minimices. Recuérdele al alumno las cosas que puede controlar/las cosas que no han cambiado. Por ejemplo: “Sé que estás enojado porque la Srta. Rosa no está aquí hoy. Eso es decepcionante, pero escojamos como quieres completar la actividad, quieres leer tu libro en tu carpeta, o en la alfombra?

Tengamos en cuenta que cada niño es único, cada situación es diferente.  Y la estrategia a elegir debe de estar alineada con las fortalezas y debilidades de cada niño. Si tienes alguna duda al respecto puedes visitar el siguiente enlace y solicitar una cita inicial informativa: https://alcanzando.org/para-familias/#cita

 

 

Mapy Chávez Askins

Directora Fundadora  de Alcanzando

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