Hablemos de Regresión o Pérdida de Habilidades en el Autismo

Hablemos de Regresión o Pérdida de Habilidades en el Autismo

Una de las ideas más antiguas sobre el autismo, tan antigua como el nombre de la condición misma, es que se presenta en dos formas: una presente desde el nacimiento y otra que surge abruptamente en la niñez. Este último siendo uno que se anuncia a través de una rápida pérdida de habilidades.

En la imagen clásica de ‘regresión’ vemos a un niño de 2 años hablador y curioso quien repentinamente cambia. Se vuelve indiferente al sonido de su nombre. Comienza a hablar menos que antes o se detiene por completo. Pasa de jugar con personas a jugar con cosas, de explorar muchos objetos y actividades a obsesionarse con unos pocos. Pierde muchas de las habilidades que había dominado y comienza a mecerse, girar, caminar de puntillas o agitar las manos. Es a menudo en este punto que sus padres aterrorizados buscan respuestas de expertos.

Pero estudios recientes nos muestran que esta visión ha cambiado. Estos límites que alguna vez fueron claros han comenzado a desvanecerse. Los estudios epidemiológicos han encontrado que hasta un 40% de los diagnósticos de autismo se ajustan al tipo regresivo. Esta variabilidad y expansión han desafiado la visión predominante de la regresión como una excepción.

Hoy en día, muchos científicos sostienen que la simple división entre autismo regresivo y no regresivo es incorrecta. La propuesta, que ha cobrado impulso en los últimos años, es que los investigadores y los médicos deberían retirar la división para siempre.

La comprensión actual siendo que mayoría de los niños con autismo pierden algunas habilidades, pero cuántas pierden, y cuándo pierden y qué pierden, varía según cada niño. Clasificarlos como regresivos o no regresivos es una pérdida de tiempo y un nombre inapropiado.

Científicos a nivel mundial vemos que cuanto más examinamos videos caseros u otros registros contemporáneos, como informes de médicos o de cuidadores del primer año de vida en niños finalmente diagnosticados con autismo regresivo, vemos más signos tempranos de la condición.

La fuerza de estos primeros signos varía y, a menudo, son sutiles, pero aparecen en múltiples dominios, desde patrones de movimiento y mirada hasta respuestas de lenguaje e interacciones sociales. La regresión no debe verse como un evento sino como un proceso, ocasionalmente repentino pero generalmente prolongado. Tratar de separar a los niños que retroceden de los que no, no puede ser como dibujar una línea en la arena.

Pensemos en su lugar en una “gama de patrones de inicio”. Veámoslo como “inicio temprano» (retrasos tempranos en el desarrollo, sin pérdida de habilidades) y “retraso y regresión” (algunos retrasos tempranos, luego pérdida) a “meseta” (sin retrasos tempranos y sin pérdida, pero sin ganancia) y ‘regresión’ ordinaria (sin retrasos antes de una pérdida clara). Estas trayectorias difieren tanto en su sincronización, velocidad, profundidad y efectos que se requiere una maraña de palabras y paréntesis para intentar comprimirlas en un marco binario.

Dado todo esto no deberíamos hablar de regresión, sino de una variedad de inicios: la verdadera imagen clínica de cómo el autismo comienza a presentarse no es de dos tonos o incluso espectral, sino un complejo caleidoscopio de posibilidades. No debería siquiera llamarlo regresión, si no simplemente un inicio: cómo comienzan los síntomas.

Mapy Chavez Askins
Directora Co-Fundadora
Alcanzando Inc.

 

 

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